Y por fin, una tarde plácida, sin giros y feliz para un firme Alcaraz
El murciano, controlador, vence cómodamente al serbio Djere (6-2 y 6-4, en 1h 11m) y se encontrará en los cuartos de este viernes (16.00) con De Miñaur o Fearnley


Resuelto con brillantez el turno anterior por Alejandro Davidovich, 7-5 y 6-4 contra el ruso Andrey Rublev, sigue la estela a continuación Carlos Alcaraz, que cierra cómodamente el partido frente a Laslo Djere, el 80º del mundo, y accede a los cuartos del Godó sin ningún rasguño en la carrocería: 6-2 y 6-4, en 1h 11m. El murciano, fino en este jueves primaveral, bromea con los dos mozos que le ofrecen las toallas en la vuelta a la silla y sigue sumando victorias sobre la arcilla catalana, 12 ya desde 2023. Le encamina esta última hacia el compromiso de este viernes (16.00, Teledeporte y Movistar+) contra Alex de Miñaur o Jacob Fearnley, aún por decidir. Y, muy satisfecho, firma pelotas a los críos. Ha terminado el pulso hace veinte minutos y aún continúa en la pista estampando garabatos.
Sopla una brisilla agradable en Pedralbes que suaviza el contundente impacto del sol a media tarde y el club luce en todo su esplendor: mucha planta, mucho verde, el inigualable sonido de las zapatillas deslizándose sobre la terrosidad —“este año está más oscura, bro”, desliza en la grada un adolescente al que se le está engrosando la voz— y mucha elegancia entre los asistentes. Abundan los gorros, pero él, valiente Laporta, prefiere lucir a sus 62 años cabellera. “¡Vamos, Joan!”, le grita un culé, a lo que el presidente, flanqueando al Conde de Godó, al otro lado Arantxa Sánchez Vicario, reacciona con una sonrisilla de felicidad: vamos, vamos. Pulgar arriba. Se le ve pleno, su Barça va bien y la noche anterior hubo petardos en la ciudad por la desgracia del rival.
Suenan también como petardazos algunas de las derechas de Alcaraz, que enseguida arranca palmas con un par de tiros que quitan el hipo, limpios, duros, esquinados, perfectos. Y ahí que se anima él, por eso de ir ganando ritmo: “¡Vamos, Charly!”. Han sido un mes y medio de demasiadas curvas, de mucho ir y venir en los partidos, pero parece que su tenis va cogiendo temperatura y hoy quiere controlar: un día sin sustos, un día mejor. Así es, aunque ya se sabe: le van las emociones fuertes. Algo de picante habrá, claro que sí. “Como le gusta el show al Carlitos, ¿eh? Muy loco lo que acaba de hacer”, dice el joven de la voz, una radio encendida que no para y lo comenta todo: “Esto no va a llegar a la hora y veinte, ni de coña”.
Y el transcurso va dándole poco a poco la razón, porque esta vez no hay excesiva chicha, al menos en lo que al rival se refiere. Djere, un bregador que se desenvuelve bien en dura y que ha dejado buenas pinceladas en la Copa Davis, no las ve venir y en menos de media hora ya ha cedido el primer parcial, de un solo sentido, lineal, pilotado sin bajón alguno por el murciano, que gira y gira la raqueta como una hélice mientras el serbio, pelín desorientado, coge aire y se prepara para servir. Salva el primer turno del segundo set, pero el de enfrente vuelve a la carga y embiste: “Ojo, segundo a 200…”. “¿6-2 y 6-2 o qué?”. “¡Cambia al paralelo! ¡Bien jugado!”. “El otro está fuera”.
La organización enfoca en las pantallas a Eric García y Ferran Torres, territorio azulgrana el barrio, y los futbolistas siguen con asombro las diabluras de Alcaraz, que tira una dejada deliciosa desde la línea de fondo y la bola apenas bota. “¿Ves? Así, así”, intenta reproducir el zaguero con el golpe de muñeca. Lógicamente, poco que ver; lo de unos es el balón y lo del número dos es la raqueta, que escupe trayectorias variadas y sugerentes durante un buen el rato, lo mismo altura, peso y efecto que un cortado que un tiro plano para encontrar el ganador y deslumbrar también a Dani Olmo, pelo oxigenado y enteramente de blanco, muy Miami Vice. “¡Está cansado! ¡Lo ha hundido!”. “¡Ya lo tiene!“.
Así lo parece, pero no es del todo cierto. Aunque parece que la historia va a terminar rápido, llega esa pizca de suspense, por qué no, y de repente el murciano pierde el saque y llega una ligerísima duda que se va a despejar de inmediato, en realidad: “¡A ver si la va a liar!”. Pero de eso nada. A la que Djere se ve con la golosina entre las manos, casi sin querer, se lleva luego un zarandeo con dos breaks seguidos que enderezan otra vez el rumbo y finiquitan el duelo. Sonríe pícaro Alcaraz hacia su box: tranquilos, tranquilos. Día de paz. Y Laporta le mira y dicen esos ojos: sí, formaría un buen tándem con Lamine. Y es que de virtuosos va la cosa, uno de Rocafonda y el otro de El Palmar. Orgullo barrial entre la lozanía de Pedralbes.
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